La capilla de la Magdalena
Las ruinas del Hospital de la Magdalena, en Fuentidueña, son una de las grandes pérdidas de esta villa, que reúne en proporción junto con su alfoz el mayor número de edificios en estado precario de la provincia. Fue fundado en 1540 por una noble dama, Doña Mencía de Mendoza, para acogida de pobres y enfermos y acabó su vida útil en 1835. Entonces no era una ruina, pero sí se convirtió en ella a partir del segundo tercio del siglo XX. La dura climatología castellana y la desidia de sucesivas administraciones insensibles pueden sin duda explicarlo.
Este inmenso edificio, que durante tres siglos prestó servicio a la villa, se estructuró en torno a su parte más noble, su capilla. Construida en estilo renacentista con sillares de la antigua iglesia de San Esteban de Fuentidueña, en tonos rosáceos, como el resto del edificio, la capilla constituyó el nexo de unión de las dos zonas asistenciales que se extendían a ambos lados en forma de "L".
De su planta cuadrada, además de sus muros, llaman la atención dos esbeltos arcos en tres alturas, apoyados sobre pilares de dobles columnas con sencillos capiteles al estilo toscano. Aún siendo una ruina, los arcos se consolidaron en 2018.
El Hospital se encontraba intramuros, en la parte alta de la villa, muy cerca de la emblemática iglesia de San Miguel, donde recibían sepultura los pacientes fallecidos en el hospital.
No dejes de hacer un recorrido por Fuentidueña. La antigua villa medieval, aún en su precariedad, es una invitación a descubrir una parte de la historia de las tierras de Segovia. La villa, situada en la ladera de una colina, está declarada como Conjunto de Interés Cultural.