El camino de San Miguel
A La Puebla de Pedraza se le ve allá arriba, desde la carretera que lleva a Pedraza. Es una pequeña localidad de esta hermosa comunidad pedrazana a la que hay que ir ex profeso, pues no está en ninguna de las rutas conocidas. Allí hemos dedicado un momento a admirar en su iglesia sus relojes de sol, al sol del mediodía, pero no nos importa para nada la hora, pues nos espera una camino amable, sin prisas, por la zona. La Puebla es una localidad encantada y perdida en un paisaje poderoso donde las encinas y los pinos envuelven los caminos con el Guadarrama como telón de fondo. Espera, sin duda, al príncipe encantador que quizás algún día la despierte.
No se puede pedir mucho más, así que comenzamos el camino que tomamos, como siempre desde la iglesia. Queremos comprobar que hace mucho tiempo, en la Edad Media, un pequeño despoblado, presidido por la iglesia de San Miguel se levantaba a unos dos kilómetros de la Puebla.
El camino es llano, amable, protegido por el verde imperecedero de los pinos y encinas que lo acompañan. Pronto vemos la encina gorrinera, descomunal en tamaño, una giganta en la llanura. La admiramos unos minutos y proseguimos a través del pinar.
San Miguel, sin embargo, no nos espera ya al final del camino; tan sólo unos leves cimientos unas cuantas piedras hacinadas nos dejan imaginar que una vez allí hubo una población con un templo. No pasa nada. El camino es tan hermoso que por sí mismo ha merecido ya la pena.