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Imprescindible: Martín Muñoz de las Posadas?

Martín Muñoz de la Posadas, de antiguo vinculada a las tierras de Arévalo, fue abulense hasta  mediados del siglo XX. En la actualidad, esta localidad segoviana se enorgullece de su  historia, de su rico patrimonio y no olvida que en el pasado también contó con otro que se ha ido perdiendo con el paso del tiempo.

El Espino y mucho más

Si aún no conoces Martín Muñoz de las Posadas, es el momento de empezar a planificar una visita. Un hermoso templo en románico de ladrillo preside su plaza, castellana, dándote la bienvenida a un lugar que fue de importancia durante siglos. Deberás visitar también el palacio del Cardenal Espinosa, con su bello claustro renacentista y disfrutar del paisaje amable de sus inmediaciones. Si aún te queda tiempo, su patrimonio religioso perdido merecerá también un pequeño recuerdo.

Dos construcciones, o lo que queda de ellas, nos retrotraen a otras épocas en las que Martín Muñoz de las Posadas pasaba por ser uno de los pueblos camineros más importantes de la zona: situado en la vía de comunicación Madrid-Asturias, su apellido, "de las posadas", podría describir la localidad como lugar de paso y reposo de viajeros. Restos de dos edificios nos atraen inmediatamente: la ermita del Espino y el Convento del Corpus.


Junto con La Irvienza, Navalperal del Campo y San Silvestre, Nuestra Señora de El Espino  fue otro de los despoblados que Madoz cita en su diccionario geográfico de mediados del XIX. Nuestra Señora del Espino ya existía en el año 1247 y se despobló a lo largo de la Edad Moderna, no superando la mitad del XVIII. Dejó las ruinas de un templo, conocido como El Espino, que reposa en medio de las tierras de labor a unos cinco kilómetros de Martín Muñoz.

La ermita sólo conserva parte de sus muros oriental y meridional. Con una planta de una sola nave, tenía una cabecera semicircular y sus muros de calicanto alternaban con hileras de ladrillo dispuestas horizontalmente. 

La ruina en sí puede parecer carente de todo valor pero, además de la belleza del paisaje, guarda recuerdos ocultos con sabor, ni más ni menos que al Greco. Nos lo cuenta en su Tesis doctoral Debora Serrano García y aquí lo trascribo por su interés: "En Martín Muñoz de las Posadas hay un Greco que representa a Cristo en la Cruz, con la Virgen a un lado y San Juan al otro; en él aparece el retrato que se repite en el Entierro del Conde de Orgaz, del cura de Nuestra Señora del Espino, a quien el Greco regaló su cuadro. Hoy Ntra. Sra. del Espino es un despoblado. Algunos piensan que el clérigo amigo del Greco fue el cura de S. Silvestre y no de Ntra. Señora del Espino."

No es la única hipótesis sobre el misterioso orante del cuadro. Hay quien piensa que la referencia podría ser al cura del cercano Navalperal (M. González Herrero, EESS 2002, XLV)

Martín Muñoz de las Posadas vivió su momento de mayor esplendor a finales del siglo XVI. 

Aparte de la Iglesia, edificios notables, como  la capilla de Santa Ana,  en el Hospital, y la de Nuestra Señora del Desprecio en el Convento del Corpus Christi, contribuyeron a la belleza de la villa, gracias a la iniciativa del Cardenal Espinosa, natural del lugar. 

Fue Espinosa quien convirtió el pueblo en Villa y lo dotó de un hospital, consiguió una feria franca e instaló allí la primera imprenta; también construyó su sede palaciega y se ocupó de la transformación y mejora de la Iglesia.

El convento franciscano de descalzos del Corpus Christi fue fundado también a instancias del Cardenal Espinosa, en el llamado Camino Real, donde ahora sólo quedan sus ruinas. 

Su mejor momento lo trajo el siglo siguiente, el XVII, cuando llegó a contar con casi treinta frailes, lo que ponía de manifiesto la importancia eclesiástica de la villa.

Su trayectoria no duró mucho tiempo ya que pronto desapareció, como era previsible, en 1840 tras una de las desamortizaciones de Mendizábal.  


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La importancia religiosa de Martín Muñoz de las Posadas en la Edad Moderna estuvo avalada, según el Conde de Cedillo, por una enorme presencia religiosa: diez ermitas de advocaciones varias, treinta y cinco fundaciones de capellanías y once cofradías y hermandades, además de su gran iglesia y el palacio del cardenal.

CÓMO LLEGAR: Una ruta por los algunos de los humedales de Martín Muñoz, el Lavajo Grande y el Lavajo Chico nos aproximará a la ermita del Espino, cerca ya de las  bellas riberas del Voltoya. Desde allí, para completar una buena ruta en bicicleta, podemos ir a visitar el puente romano de la Irvienza, junto al molino, y volver por la ermita de la Virgen de la Cabeza a Martín Muñoz. ¡Disfruta del día!


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