Santa María de los Castillos
Santibáñez de Ayllón, uno de los peculiares y humildes pedanías de la la villa de Ayllón, se descuelga literalmente de la ladera que lo acoge, entre dos barrancos. No es un lugar de paso, pero no está mal pasar por él, aunque esté en los confines de la provincia. Podría decirse que tanto Soria como Guadalajara le guardan las espaldas, junto con sus dos cerros y el río Aguisejo, que introduce un tono verde esperanza en la frondosa vega que contrasta con la aridez de su paisaje serrano.
Santibáñez de Ayllón sin duda nos sorprenderá. Más allá de sus peculiaridades geológicas, sus palomares y su fértil valle, esta zona recóndita de las tierras de Ayllón ofrece más de un atractivo. Estamos en la Sierra de la Pela que se extiende por Guadalajara y Soria, y, además de nogales, manzanos y huertas, este museo etnográfico en vivo e un lugar inapreciable para los amantes del turismo de observación.
Muy cerca de Santibáñez de Ayllón, a poco más de medio kilómetro, las ruinas de una sencilla ermita de origen incierto siguen encarando el sur.
El templo parece que fue dedicado a San Miguel, pero figura como Nuestra Señora de los Castillos. La toponimia, sin embargo, guarda también el nombre del santo en el cercano puente sobre el Aguisejo que encontraremos en la estrecha carretera SG-145.
No hay nada remarcable en la ruina, un edificio rectangular en calicanto, sino el enclave y su techumbre vegetal, que ha sustituido a su cubierta original.
Más allá de la ruina, la senda que recorre el río Aguisejo hasta su manadero en Grado del Pico nos permitirá recorrer un territorio singular que justificará sobradamente el viaje.
Además de Nuestra Señora de los Castillos , las ruinas de San Cristóbal, en la ribera del río Aguisejo, a dos kilómetros al NO, del que queda un solo paredón, se añaden al patrimonio religioso de esta localidad. Pudo ser la iglesia de un despoblado de nombre "Las Cuevas".
Santibáñez de Ayllón es una pintoresca localidad del nordeste que no supera la decena de habitantes; allí las viviendas parecen descolgarse de las laderas de los cerros que la rodean. El río Aguisejo atraviesa su término y crea a su paso una fértil vega.
Su espectacular orografía hace de la zona un lugar idóneo para disfrutar de la naturaleza: una gran y variada masa vegetal acompañará al caminante en un recorrido de poco más de siete kilómetros hasta la localidad de Grado del Pico, la última de la provincia en el NE. Se trata de una senda recta y llana, que parte de la misma calle principal del pueblo en dirección a la iglesia. En breve nos detendremos para admirar la llamada discordancia de Santibáñez, una peculiaridad geológica que seguro te llama poderosamente la atención. Un kilómetro después atravesamos la carretera para continuar siempre al lado del río. Si sigues este camino verás, además de Nuestra señora de los Castillos, un estimulante salto de agua y un pequeño cañón de una singular belleza que acompaña al Aguisejo hasta su nacimiento, el llamado manadero, una vez rebasado Grado del Pico.
Te propongo la ruta que te he descrito anteriormente, sorprendente y llena de alicientes por la ribera del río Aguisejo. La ruta es lineal pero puede acomodarse fácilmente al cansancio del senderista. El primer tramo, de Santibáñez de Ayllón a Grado del Pico, es un recorrido de innegable belleza y, como te he descrito antes, es llano, fácil y relajado.
