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El mirador del mar de pinares

La ruina, en un amable otero entre las localidades de Fuentepelayo y Zarzuela del Pinar, es un mirador de excelencia, a novecientos metros de altura, sobre el verde mar de pinares del noroeste segoviano.

Una inmensa llanura rota por algún que otro cerro altivo. En el más alto, San Cebrián, o lo que queda de él, señala el límite entre el cereal y el pinar.

Pero, aunque gran parte de su fábrica esté desaparecida, no es difícil imaginarlo. 

Enmarcada por tres de sus robustos muros en calicanto, aún podemos intuir su única nave, de planta rectangular y cabecera plana... como también apreciaremos con rapidez ese toque tan personal que respondió al carácter propio de esta zona de la provincia: el uso de ladrillo visto.

San Cebrián es un buen ejemplo del románico de ladrillo,  y así lo prueban tres de sus vanos, aún visibles. Sus arcos de acceso, originalmente también en ladrillo, han desaparecido lamentablemente, como lo ha hecho el enfoscado de su fachada, que según cuenta J.A. Ruíz Hernando, estaba adornado con líneas rojas.

Otra ruina más en nuestro catálogo sin fin... podríamos pensar, pero San Cebrián no es sólo eso; forma ya parte de un paisaje y, como toda buena ermita, encontró el enclave más propicio, elevándose hacia la luz de la llanura de cereal.  

Ahora modela el color del paisaje, conjugando los campos de labor, las esporádicas encinas, el azul del cielo castellano y el Guadarrama a su espalda, para encararse desde su otero a la inmensidad perenne del mar de pinares que comienza a sus mismos pies. ¡Compruébalo!

Fuentepelayo

Si os sumáis a la subida a San Cebrián, tan popular cada año en Fuentepelayo, tendréis la ocasión de pasar además por el cerro de San Gregorio, donde se encuentra, cerca de una antigua tejera, otra de las ermitas de esta localidad, también en ruinas, San Gregorio de Tours.

Esta iglesia románica sobrevivió a un despoblado del mismo nombre. 

De ella tan sólo un esquinal y alguna que otra piedra desperdigada por las inmediaciones darán fe de su presencia perdida.

Y, además de las ruinas de San Cebrián y San Gregorio, hay que añadir las de San Juan. Están en la cañada del mismo nombre, cerca del pinar chico, no lejos de la SG-222, entre pinos, a la derecha de la carretera según se llega a Fuentepelayo desde Aguilafuente, al lado de una instalación de Proinserga.

Solo verás ya restos de una única pared de mampostería curvada , que pudo ser de un ábside semicircular. Todo apunta también a que San Juan fue otro templo de origen románico, reformado durante el siglo XVI.

ACÉRCATE AL PATRIMONIO OLVIDADO DE LA PROVINCIA DE SEGOVIA

¿Te apetece rodar un rato? 

Puedes hacer un sencillo recorrido en bicicleta pasando en este orden por San JuanSan Cebrián y San Gregorio, para acabar en Fuentepelayo, tal como te indica el mapa de tu derecha.  Son tierras de pinares y llanura onduladas, fáciles de pedalear.

 La mejor época del año, otoño o primavera, y el mejor momento, sin duda, el crepúsculo. ¡Disfruta!


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