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San Miguel de Quintanas

Para visitar San Miguel hay que tomar el camino del Bustar, la patrona de Carbonero el Mayor. Desde el santuario de la Virgen  la imponente presencia de las ruinas de San Miguel, en la distancia, navegando en el mar de cereal, parecen llamarnos. San Miguel, no lejos del río Pirón languidece en los campos de labor.

Poco queda de la iglesia del despoblado de Quintanas, pero la presencia de las ruinas de su iglesia, masivas, siguen imponiendo. 

A San Miguel lo conocen como el paredón, y no nos cuesta mucho comprender el porqué: tan sólo uno de sus muros, reforzado en su comienzo con un doble hastial, nos cuenta, y poco, de su historia acabada. 

Todas las ruinas producen sensaciones confusas de tristeza, nostalgia y abandono; todas las ruinas son solitarias, pero San Miguel, en su inmenso desgarro, parece evocar un temprano final.

El arranque de la bóveda de horno en su ábside, decorado con una hermosa imposta en ladrillo, que parece resquebrajarse por momentos, dan sensación de una extrema fragilidad. 

La vegetación y los sucesivos derrumbes ya hacen complicado el acceso a lo que fue su nave.

Quintanas del río Pirón ya existía antes del siglo XII pero, como la inmensa mayoría de nuestros despoblados, no superó la Edad Moderna. Tras el abandono del templo, los ornamentos litúrgicos y las escasas piezas de valor fueron depositados en la iglesia del Bustar, patrona de Carbonero el Mayor, a un par de kilómetros de distancia.

San Miguel de Quintanas, junto con Santa Águeda y Nuestra Señora de la Asunción, forman parte  de la Senda del Ayer. Se encuentra prácticamente a la orilla del río Pirón, una zona de paseo obligada, si vas a visitar la ruina.


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