Santa Inés, la belleza hecha pizarra y ladrillo
Un paisaje con una ruina histórica es una invitación al reto de desentrañar su pasado para poder así comprender su presente desolado. En la ruina, en lo que aún permanece, está una de las claves de la evolución de su paisaje.
Hoy, emergiendo de ese infinito campo castellano, inexplicablemente ignoradas en la llanura, las ruinas de Santa Inés, solitarias entre cultivos, esperan pacientemente al caminante curioso.
Llegamos a Santa Inés desde Bernardos, saliendo por el antiguo camino de Carbonero el Mayor y abandonando el río Eresma y las ruinas del molino del Arco, para, a nuestra derecha, tomar el camino que nos lleva al Tormejón. Caminamos no más de cinco kilómetros y pronto la encontraremos, a nuestra derecha, al lado del regato seco que lleva su nombre. Santa Inés es, en Bernardos, la única muestra de románico de ladrillo y una de las cinco ermitas con las que, en tiempos mejores, llegó a contar.
Nos acercamos a su entrada sur, como no, y vemos curiosamente dos puertas de acceso, una de las cuales ha perdido las arquivoltas de ladrillo que una vez la decoraron. Elegimos una y entramos. Nos llama la atención su suelo, construido con pizarra de la zona, por supuesto, pero es sobre todo su cabecera, simple pero armónica, lo que nos causa admiración y tristeza a la vez; apoyada en un arco de ladrillo de medio punto, deja intuir lo que fueron sus bóvedas, también en ladrillo, rodeando solo ahora un círculo de aire y luz.
Su única nave, rematada por un ábside con tres hermosos vanos en ladrillo, nos saluda. Dos enormes contrafuertes refuerzan el muro norte, íntegramente en pie, mientras que el del oeste, en cambio, desaparecido casi en su totalidad, muestra los restos que se acumulan en su base.
Dos pequeñísimas poblaciones, de nombre Valverde y Valverdejo, constan en el registro de rentas del cabildo segoviano en el entorno de la Santa Inés del siglo XIII. Efectivamente, podemos aún situar la zona de Valverde en el mapa catastral y en un área aledaña a la ermita.
La presencia de agua en la zona, la cercanía del Eresma y la abundancia de cultivos y pastos debió ser determinante en la elección de este nombre, que significa valle verde. Lee aquí el ARTÍCULO COMPLETO
Además de Santa Inés, Bernardos cuenta con otra ermita en estado de ruina, también en pizarra local, no lejos del cauce del Eresma y de la sede de la patrona de la localidad, la Virgen del Castillo: es la ermita de El Salvador, que fue la iglesia de El Berral. Otras dos ermitas desaparecieron de su paisaje aunque sigan en la memoria del lugar: San Mamés y Nuestra Señora de Constanzana. Otra de sus ermitas en ruinas, San Roque, un sencillo templo también construido en pizarra y ladrillo, ha sido restaurado.