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Santa María la Real

Sacramenia, ese pueblecito norteño tan lejano a Segovia y tan popular por su excelente cordero asado, guarda celosamente valores patrimoniales de gran belleza. La mayor parte han sido consolidados o restaurados, pero... hay  también ausencias más que significativas. 

De su riqueza en patrimonio religioso, el monasterio de Santa María la Real, muy cerca de la población, en el llamado Coto de San Bernardo, es quizás el más notable, tanto por su historia como por los avatares de sus piedras, parte de las cuales, claustro, refectorio y sala capitular, son parte de nuestro patrimonio perdido.

Santa María la Real fue una poderosa abadía cisterciense construida entre los siglos XII y XIII, fundada por el rey Alfonso VII. Tras su venida a menos en la Edad Moderna, aún logró superar un terrible incendio en el XVII para ser, como tantas otras, desamortizada en el siglo siguiente, momento en que pasó a ser propiedad particular.

Aún tenemos el placer de contar con el monasterio, que fue restaurado y puede visitarse. En esta ocasión la pérdida no fue por deterioro sino por venta de ciertas dependencias al magnate americano Hearst en 1925; los recintos mencionados, claustro, refectorio y sala capitular se desmontaron piedra a piedra y viajaron casi sin rumbo en un periplo no exento de aventura por distintos lugares de Estados Unidos: la situación financiera de Hearst a causa de la gran depresión le hizo desprenderse de su compra sin haberla disfrutado... en su piscina de California y después de veintiséis años de almacenamiento en Brooklyn, las piezas recalaron en Miami, donde fueron adquiridas por unos inversores locales en 1952 y donde siguen en la actualidad acogiendo, eventos y banquetes.  

Para nosotros, no es sino parte importante de nuestro patrimonio perdido, como lo es también el ábside de San Martín de Fuentidueña o el mausoleo de los Duques de Albuquerque en San francisco de Cuéllar.


Sacramenia ofrece múltiples atractivos, desde arte hasta naturaleza, pasando por gastronomía. Después de visitar el Coto de San Bernardo, un paseo a las ruinas de San Miguel, consolidado recientemente, en lo alto de la loma que protege la población, es un buen ejercicio que despertará el apetito del caminante. Desde la lastra se divisa el valle del mágico río Duratón, y su afluente, el Sacramenia, en un mar de tierras blancas, tan característico de esta zona de la provincia. De regreso a la villa de Sacramenia, un pequeño pueblo que sin embargo es el más poblado de la Comunidad de Villa y Tierra de Fuentidueña, no olvidéis visitar San Martín de Tours y Santa Marina, con sus excelentes pinturas murales. 


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